La guerra no declarada entre Israel e Irán ha dejado, en apenas una semana, más de 657 muertos en Irán y al menos 32 fallecidos en Israel, con más de 1,200 heridos. Las cifras crecen mientras ambos países continúan cruzando fuego sin tregua, con civiles atrapados en el centro de una confrontación cada vez más brutal.
Israel asegura que la ofensiva —bautizada como Operación León Naciente— busca neutralizar el avance nuclear iraní y desmantelar su red de apoyo a grupos armados como Hezbolá y los hutíes. Irán, por su parte, denuncia que ha sido víctima de un ataque premeditado y que responde en legítima defensa.
Las ciudades de Teherán, Haifa, Tel Aviv y Be’er Sheva han sufrido bombardeos, interrupciones de servicios y evacuaciones masivas. Un hospital en el sur de Israel fue impactado directamente, mientras que en Irán, edificios residenciales y medios de comunicación estatales también han sido blanco de misiles.

A pesar del llamado global a la contención, los avances diplomáticos son escasos. Irán ha rechazado cualquier negociación con Estados Unidos, acusándolo de complicidad con Israel. Israel, por su parte, exige garantías de desarme total y un cambio estructural en el régimen iraní antes de cesar sus ataques.
Francia, con respaldo europeo, intenta mediar desde Ginebra con una propuesta que incluye límites al programa nuclear iraní, freno al apoyo a milicias extranjeras, y garantías mutuas de no agresión. Pero hasta ahora, ni Teherán ni Jerusalén han dado señales reales de aceptar condiciones.

En medio del fuego cruzado, la ONU y la Cruz Roja Internacional alertan sobre una creciente crisis humanitaria. Más de 5,000 personas han sido desplazadas solo en Israel, mientras en Irán se reporta escasez de insumos médicos, cortes de energía y hospitales desbordados.
Rusia y China han advertido que un ataque contra líderes iraníes podría desatar una crisis regional incontrolable. Estados Unidos, bajo fuerte presión interna, mantiene una posición ambigua: no se involucra directamente, pero da señales de apoyo total a Israel.
Con los muertos acumulándose y la diplomacia paralizada, la guerra entre Israel e Irán deja de ser una advertencia y se convierte en una tragedia en curso. El mundo observa, pero la paz aún no tiene aliados suficientes.