WASHINGTON, 2 de julio de 2025 — La política de deportaciones masivas reinstaurada por el presidente Donald Trump está dejando una estela de muertes silenciosas en los centros de detención de inmigrantes. Desde su regreso al poder, al menos 13 personas han muerto bajo custodia del ICE, incluyendo un ciudadano canadiense y un anciano cubano de 75 años. La cifra ya supera el récord de fallecimientos reportado en todo 2024.
Defensores de derechos humanos denuncian condiciones infrahumanas: hacinamiento extremo, personas durmiendo en el suelo sin acceso a duchas por más de una semana, y falta de medicamentos esenciales para enfermedades crónicas como la diabetes o la hipertensión. “Es el peor panorama que he presenciado en dos décadas”, advirtió Paul Chavez, abogado de Americans for Immigrant Justice.
El colapso del sistema coincide con el objetivo impuesto por el asesor de inmigración Stephen Miller, quien exigió a ICE realizar 3000 arrestos diarios. Las redadas se han intensificado, principalmente en sitios de trabajo y zonas cercanas a tribunales de inmigración, generando un aumento sin precedentes en las detenciones: más de 56,000 personas están recluidas, a pesar de que la capacidad oficial es de 41,000.
En ciudades como Nueva York y Los Ángeles, migrantes han sido confinados durante días en espacios reducidos no diseñados para alojamiento prolongado. Al menos dos de los 13 fallecimientos fueron suicidios, según registros oficiales.
A pesar del deterioro evidente, el gobierno de Trump ha reafirmado su enfoque: 350 mil millones de dólares serán destinados a seguridad nacional y al plan de deportaciones masivas como parte de su “gran y magnífica ley”, aprobada recientemente en el Congreso.
En medio de cifras y discursos, miles de vidas quedan atrapadas en un sistema migratorio que se endurece cada día más, dejando en el camino sufrimiento, desesperación y muerte.